Mi hombre
llegó por azar a mi mundo,
convertido en aire fresco,
abrió mi ventana.
Las hojas de mi diario,
mariposas de palabras,
jugaron entre mis tristezas y nostalgias.
Mi hombre
lame dulcemente mis heridas
y me reta
con su mirada tolerante y serena.
Sus manos calzan en las mías
y me toca: compás y acorde,
me siento sinfonía.
Él
viene del Sur
y me sorprende con su acento,
las vivencias que no me cuenta.
Mi hombre es pasión
es lisura
y voz;
me suena a agua fresca.
Tiene nombre de poeta
pero su alma es de narrador.
Mi hombre
es una ausencia presente,
es la luz que utilizo para ver
los colores de mi mundo.
Es distracción, es sentimiento,
mi hombre es deseo y satisfacción.
Y entre la lejanía y mis miedos
que me separan de su afecto
yo cierro mis ojos
respiro
y me percibo acostada con él.