Su cuerpo de tierra y pueblo,
tan alto como pluma que descansa
inclinada en la mano del escritor.
Esa mirada,
enloquecida mirada,
me pierde, me lleva a otro mundo,
nadamos en el agua, me hace
reír, reír y sonreír.
Soy bella a su lado y su mirada
perdida me habla del placer que le doy.
Él me posee, mete y saca su sexo, acaricia
el pensamiento con sus pestañas
que abren y cierran sus más preciados
tesoros encerrados.
Soy tonta e ingenua a su lado
me divierto y disfruto,
lloro: como siempre
lloro,
me ha hecho tanto bien
estar con él.
Es bello, es bello, él es
irremediablemente
bello.
© Alma Jiménez
1 comentario:
¿Qué decir? ¡Mujer!
la reacción espontánea: ladear la cabeza y sobar mi cuello, como recordando, jadeando el ayer.
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